11 de enero de 2012

Vieja chocha

*Secuela divertida de "Una, dos y tres".

Lo he visto en el periódico. Se les encontró de la mano, estampados en el suelo y, según dicen, con una sonrisa en la cara. He ido esta mañana a ver si veía algo, pero nada, ni una gota de sangre.
Tenían una tienda de música en San Millán. Entraba mucha gente, gentuza, más bien, pero nadie compraba nada. Mi nieta dice que salía olor a marihuana cada vez que abrían la puerta de la trastienda.
No creo que fueran mala gente, pero eligieron un mal camino para la vida. Mira, mira cómo han acabado. Primero les hicieron cerrar la tienda, y no se les volvió a ver por la calle si no era en los ultramarinos que tenían al lado de casa, ése que llevan los búlgaros de ahí abajo; y luego, esto. Virgen santísima, por el acueducto los dos juntos… ¡cómo se les ocurre!
Las malas lenguas dicen que tenían muchas deudas que no podían pagar, pero la gente no se tira del acueducto por eso, hay mucha gente con deudas en el mundo. No, yo creo que no fue por eso. Yo creo que estaban colocados y veían colorines, por eso les pareció divertido.
Luego mi hija y mi nieta me dicen que soy una vieja chocha… ¡ahí es nada! Pues, ¿no ven que voy más adelantada que la policía científica? Estos jóvenes de hoy en día… que se creen que lo saben todo, oyes… ¡Ay, si hubiesen vivido en mis tiempos! ¡Otro gallo les cantaría! Con todas esas facilidades que tienen… ¡Hasta unas escaleras que suben solas! Qué bien le habrían venido a mi madre, que en paz descanse…
¡Y me llaman vieja chocha! Que se creen que no lo oigo, pero… ¿esto ya lo he dicho? Sí, creo que sí. Pero da igual, vieja chocha… Si supieran lo que sé yo… ¡Pues no les pienso contar lo de los de la tienda de música! ¡Allá jaleos, y que se apañen! Ya vendrán, ya, ya vendrán a preguntarme si me he enterado de algo… Pero yo, chitón, como si no fuera conmigo la cosa, no les voy a dar el gusto.
Que me muera y les deje la herencia, eso es lo que quieren… Me gustaría poder ver su cara cuando el notario les diga que he dejado toda mi herencia al vecino de enfrente… Es tan guapo ese jovencito…
Dicen que se conocieron en un concierto en el Madrí, los de la tienda, un concierto de “airón maider” o algo así, que yo qué sé qué será eso… ¡Eso no es música! Eso es ruido del diablo… Si no cantan… ¡berrean! Que me lo puso un día mi nieta y… ¡Virgen santísima! Si no hay quien les entienda, parece que hablen en inglés, lo menos…
Sí, tenían que estar colocados y ver colorines, sino la gente no se tira… ¡y menos de la mano! Virgen santísima de mi alma y de mi corazón… ¡Esto en mis tiempos no pasaba!
Y ya, ya me voy a dormir, que el Manolo me dice que apague la luz… Este marido mío… ¡que no aguanta ni una, oyes!

1 de Marzo de 2010.

1 comentario:

  1. Simpática y ocurrente secuela, que si bien está ligada al relato original, en esencia no tiene demasiado que ver con este. Interesante visión de la segmentación de la sociedad por edades, así como en función del bagaje cultural de cada cual, factores que determinan la forma de pensar y la manera en que estas personas ven a las que están en su entorno.

    ResponderEliminar