26 de febrero de 2012

Carraca y aletas

*Binomio fantástico a partir de las dos palabras del título.

El paseo marítimo de la ciudad donde me crie siempre estaba lleno de marionetistas en el mes de mayo. Había uno, en concreto, que solía acompañar el movimiento de sus marionetas dando vueltas a una vieja carraca, consiguiendo darle al espectáculo un aspecto un tanto tétrico.
Por aquel entonces yo tendría unos nueve años y estaba aprendiendo a bucear. Me gustaba llevar puesto el traje de neopreno, las aletas y las gafas de buzo desde que salía de casa, para que todo el mundo se diera cuenta de dónde iba. “¡Carlos está aprendiendo a bucear!”, gritaba Lucía emocionada a su madre cada vez que nos cruzábamos. Yo sabía que ella no aprendía porque le daba miedo la profundidad del mar y me hacía sentir el niño más valiente de la ciudad cada vez que me lo decía.
Sin embargo, jamás pude confesar que me aterrorizaba pasar junto aquel puesto de marionetas y carracas. El sonido de las carracas hacía despertar a mis fantasmas y su recuerdo no me dejaba dormir por las noches. No podía permitir que Lucía se burlase y que se esfumara el valiente que ella veía en mí. Eso tuvo mucho que ver en que fuese también con las aletas puestas (era muy incómodo andar con ellas por la calle); porque me recordaban que iba a bucear, que era un valiente. Con ellas puestas podía encerrar a mis demonios y pasar con la cabeza erguida por delante de aquel marionetista que, unos años después, se convirtió en alguien demasiado importante en mi vida.

16 de Octubre de 2012.

14 de febrero de 2012

Día de los enamorados

Nos guste o no, para bien o para mal, hoy es un día especial. Hoy es 14 de febrero, San Valentín, día de los enamorados...
Hoy es un día que suscita diversas emociones. Para algunos, significa soledad. No tienen pareja, pero quieren tenerla, y un día como hoy, lo único que hace, es recordárselo todo el rato.
Para otros, significa tristeza. Tienen lejos a su enamorado o es inaccesible para ellos y no pueden evitar pensar en esa persona especial a cada instante.
Para la mayoría es un día de ilusiones. "A ver qué me regala mi pareja", "a ver si le gusta mi regalo", son los típicos pensamientos que te hacen levantarte de la cama de un salto y empezar el día con energías renovadas. Una actitud positiva. Qué pena que sólo sea un día al año...
Esta es una reflexión bastante trillada, pero no puedo evitar pensar en ello cada vez que llega un 14 de febrero. Pareciera que solamente nos queremos un día al año. Nos hacemos regalos, nos decimos te quiero, nos damos un beso... y eso significa algo fuera de la rutina, porque hoy es un día especial. ¿Y qué pasa con el resto de días? ¿Es que las parejas normales no se besan ni se aman los otros 364 días restantes (365 este año)?
Algunos dicen que es que regalos no se pueden hacer todos los días, sería una ruina. Pero, ¿qué hay de la emoción de que un día, sin venir a cuento, nos den un regalo? Es más, ¿es que los regalos han de implicar un gasto de dinero? ¿Qué hay de las románticas -y casi olvidadas- cartas de amor? ¿Qué hay de cortar a hurtadillas una rosa del jardín de tu vecina? ¿Qué hay de los álbumes con fotos de los dos?
Pero sobretodo, están los regalos que se hacen (o se deben hacer) todos los días. El amor desinteresado, el cruce de miradas, el "te echo de menos" cuando está lejos, los te quieros, los besos, las caricias...
Por todo esto yo, un día como hoy, quiero decir que sí, que estoy enamorada. Y mucho. Pero no estoy enamorada por ser 14 de febrero. Porque ayer estaba casi tan enamorada como hoy, y mañana lo estaré aún más. 
Gonzalo, cada día que paso contigo -aunque estemos lejos- es el día más especial de mi vida. Cada día que pasa te quiero más. Cada vez que me miras, se me sale el corazón del pecho. Espero que no te importe que no te regale nada hoy (a parte de los regalos de todos los días y sin tomarte este texto como regalo) y que te guste que te lo regale cualquier otro día que no lo esperes y te pille por sorpresa. 
Sé que hemos nacido para estar juntos y no voy a permitir que nada ni nadie nos separe. 
Te amo.

9 de febrero de 2012

No estás

*A ver si lo interpretáis bien... porque esto ha resultado ser un poco fracaso y casi todos los que lo han leído han necesitado una ayuda para entender de qué hablo exactamente... xD

Te busco y no estás. Por más que te busque, que te llame, nunca vienes. Eres y estás ausente, sobre todo en mi soledad. Eres la vil venganza de quien no sabe amar.
Te busco entre los versos románticos de Lorca, te busco en los cuadros de Dalí, Gala está en todos ellos y tú... no llegas. En intentos desesperados te busco en las curvas de las siluetas femeninas y en las miradas lascivas de sus dueñas. En ocasiones también en sus labios o entre sus piernas. Pero no estás. Pruebo a buscarte en el fondo de mi quinta copa de vino, en la última calada del puro. Y  me canso de buscar. Rompo con rabia el papel en blanco que habla sobre ti y entonces, sólo entonces, cuando ya no te busco, llegas. Pero ya sólo me sirves para hacerme el amor a mí mismo y dormirme, entre lágrimas, abrazado a las sábanas que aún huelen a ella.
2 de Diciembre de 2011.

1 de febrero de 2012

Las aventuras de "El dragón rojo"

*Regalito especial para Sergio, que hace un año y pico, sin apenas conocernos, me dijo que lo había leído y le había gustado mucho :) Espero que con dedicatoria incluida te guste un poco más ^^

Ya estaba muy cansado de estar siempre en una estantería, sin moverme, sin conocer a nadie nuevo, sin que nadie me cogiera ni me leyera. Así que tomé una decisión. Sería difícil y doloroso despedirme de todos mis compañeros, pero estaba malgastando mi vida y había que poner una solución.
Sigilosamente, para que el hombre que me leía de niño no se enterase, bajé de la estantería, cogí un post-it y un bolígrafo, y escribí: “Cógeme, léeme y vuelve a dejarme en libertad”.
Pasito a pasito fui a la calle y me senté en un banco a esperar. Muchas personas se sentaron a mi lado, pero no me veían, o me ignoraban. Yo intenté iniciar conversación con ellos, pero no me hacían caso. Estaba desesperado. Me di la vuelta para llorar boca abajo y que no me vieran la cara y, unos instantes después, un niño de unos 8 años se sentó a mi lado. El niño se quedó mirándome, yo sentía su mirada aunque no le viera, y me di cuenta de que lo que en realidad miraba era la frase “Recomendado a partir de los 8 años”.
-¡Mira, mamá! ¡Este libro está recomendado para niños de mi edad! ¿Lo puedo coger? Seguro que está bien, se llama “El Dragón Rojo”. ¡Y mira lo que pone en el post-it que tiene pegado!
-Deja eso Miguel, es una guarrería –contestó su madre, sin saber que me estaba ofendiendo-. ¿Cómo vas a coger algo que estaba tirado en la calle?
-Venga mamá, ¡por favor! Solo es un libro, no puede hacerme ningún daño. Además… siempre me estás diciendo que tengo que leer más… para una vez que quiero…
-Está bien… llévatelo si quieres…
-¡Gracias mamá! –dijo finalmente Miguel, con aires triunfantes y dando un sonoro beso a su madre.
Miguel y yo pasamos varias noches juntos. Yo le contaba mi historia y él me contaba sus reflexiones sobre ella. Nos hicimos muy amigos.
Cuando ya le había contado la historia, Miguel me llevó a su colegio, donde me leyeron todos los niños de su clase. Después de cierto tiempo, ya solo faltaba un niño, Jonathan, al que no le gustaba nada leer. Cuando Raquel, la última que me había leído, me entregó a él, éste me rompió un par de páginas. Me dolió mucho.
Sin embargo, le había picado la curiosidad y, cuando nadie miraba, me guardó en su mochila. Al llegar a su casa se puso a leerme, quería conocer mi historia a fondo y se puso manos a la obra. Aunque, por supuesto, antes de esa tarea, hizo otra que yo agradecí mucho: pegó las páginas rotas con celofán, y con una maña increíble.
Al final nos hicimos tan amigos, que no volvió a dejarme en libertad, porque el mismo me leía y releía siempre que tenía ganas. Ahora son sus hijos quienes lo hacen, y espero que algún día sean sus nietos.

2 de Agosto de 2010.