*Este es el primer relato que tengo, así que, aunque tal vez tenga menos calidad que otros, le tengo mucho cariño. Por cierto, todos los días tengo varias visitas, pero los comentarios son escasos... No me como a nadie! Podéis comentar... xD
“-Buenas tardes. Soy Caterina, aunque me
podéis llamar Cati. Soy la psicóloga encargada de controlar esta terapia de
grupo. Vamos a empezar con algo muy sencillo. Vais a contar la historia de
vuestra vida. Todo lo que os haya traído hasta aquí. Empezaremos… empezaremos
por ti –dijo señalándome-. ¿Cómo te llamas?
-Soy
Rosalía. Bueno, Rosa, para los amigos.
-Muy bien,
Rosa, cuéntanos tu historia.
Esas mujeres
parecían muy interesadas en mi historia. Supongo que yo también lo estaba por
las suyas, así que comencé a contar mi vida:
-El día que yo cumplía quince años, mi
madre se empeñó en llevarme al zoo después de comer. Yo le dije que no porque,
como siempre, había bebido demasiado en la comida. No me hizo caso, y me hizo
montar en el coche. No me gustaba nada que condujese borracha, no sería su
primer accidente por tasa de alcohol elevada, pero se puso tan pesada que tuve
que hacerle caso. El desastre llegó. Una curva mal tomada, un momento de
confusión, el sonido de la ambulancia… Me llevaron al hospital. No tenía nada
grave. Sólo me había roto una pierna. Pero tenían que operar a mi madre.
Querían mi sangre para salvarla, y yo se la di. La operación salió mal, y yo de
repente me vi sola. Sola, con quince años, sin familia, sin tener a dónde ir,
sin saber qué hacer.
»Esa misma tarde, vino a mi
habitación del hospital una señora joven, con el pelo recogido en un moño y
unas gafas rojas muy bonitas. Vestía un precioso traje, que parecía uno de esos
de Armani que salen en las películas. Me dijo que me llevaría a un centro de
acogida, donde había muchos niños como yo, y yo pregunté cómo eran esos niños,
por supuesto, sin obtener ninguna respuesta.
»Fui de casa en casa hasta que
encontré una familia que me gustaba y que quería realmente quedarse conmigo.
Estuve hasta los 17 años con ellos. Cerca de año y medio. Pero la mujer se
suicidó por causas desconocidas. En realidad yo creo que su marido la mató.
Ellos no se querían. Me querían a mí, y por eso seguían juntos.
»Volví al centro de acogida, donde conocí a Daniel. Daniel no era
un chico muy guapo, pero tenía algo que me atraía. No sé que era la verdad,
pero me atraía. Pronto me enamoré de él y, aunque me costó, conseguí que él
también lo hiciese. Nos fugamos del centro de acogida. Él conservaba aún la
casa que había sido de sus padres, y decidimos instalarnos allí. A los dos días
llegó la policía. Sabían dónde estábamos desde el principio. Él cumplía ese
mismo día su mayoría de edad, cosa que yo no sabía, y le metieron a la cárcel por persuasión al menor. Yo le quería mucho, y
tenía que volver a comenzar mi vida para poder vivir sin él, así que eso fue lo
que hice.
»Me faltaba un mes para los 18, y nada más cumplirlos me fui del
país. Sabía inglés desde que era muy pequeña, así que decidí irme a Nueva York.
Allí busqué otra vida muy diferente y encontré un grupo de amigos. No era
precisamente lo que yo había pensado cuando era más pequeña, pero las cosas
habían cambiado mucho desde entonces.
»Con esta gente me lo pasaba muy bien. Bebíamos, fumábamos, nos
drogábamos y manteníamos relaciones sexuales unos con otros sin tener nada
serio. Ninguno queríamos nada serio.
»Al final la cosa cambió, y ellos fueron formando sus vidas,
algunos solos, otros acompañados, pero el grupo se desintegró. Yo no tenía dónde
ir, porque vivía con una de mis “amigas”, que acabó casándose y yo, sobraba
allí.
»Me fui a uno de los barrios marginales de Nueva York, y empecé a
hacer lo que hacía todo el mundo allí: buscar cartones para no pasar frío por
la noche, y hacer lo posible por conseguir un poco de dinero para poderme
pinchar.
»Estuve así muchos años. Tantos que me cansé. Me cansé de la mala
vida. Quería volver a ser una persona. Y por eso estoy aquí. He pasado por
muchos centros de rehabilitación, y ninguno me ha servido de nada. Por eso
decidí intentarlo con la terapia de grupo. Puede que conocer otras historias me
ayude. Llevo mucho tiempo sin meterme nada, pero al final siempre caigo de
nuevo. Sé que aquí podéis ayudarme mejor. Por eso he venido. Sólo por eso.
Mientras contaba la historia, algunas
asentían porque tenían una historia parecida, otras me miraban con cara de
lástima, y las que más cerca tenía me tocaban el hombro para apoyarme. Todo fue
más fácil de lo que yo pensaba.
-Muy bien, Rosa –dijo Cati-. Sigamos con
el resto de historias. Es tu turno. ¿Cómo te llamas? –preguntó mirando a una
chica morena que parecía la más joven del grupo.
Escuché con atención todas las historias,
y después fui al albergue que me habían asignado. Estaba muy contenta por poder
dormir en una cama de nuevo. Al levantarme por la mañana me dieron un desayuno
calentito y volví a la terapia, que era mañana y tarde, para tenernos más
controladas.
Después de un año y medio haciendo
diferentes ejercicios casi todas estábamos rehabilitadas, y las demás volverían
a intentarlo.”
-Me encanta que me cuentes esta historia,
mi amor. Es muy emocionante. Parece sacada de una película…
-No quieras vivirla, Juan. Es muy duro.
Pero ahora doy gracias a Dios por haberte conocido y haber criado a estos dos
maravillosos hijos junto a ti.
-Hablando de los niños, es hora de cenar.
¡Carmen! ¡David! ¡A cenar!
-Te quiero mucho Juan. Mucho. Todos los
días agradezco tener una vida normal de nuevo. Añoraba tener quince años otra
vez, y cumplir dieciséis, diecisiete y dieciocho… contigo lo he conseguido. Te
amo.
-Yo también Rosa. Yo
también.
15 de Marzo de 2007
Pides comentarios, pero comentar algo así es complicado. Cada una de tus historias es increíble, cada una por motivos distintos, pero todas ellas te dejan prácticamente sin palabras.
ResponderEliminarEstá realmente bien escrito y debido a eso la perspectiva que se adquiere es la de la misma protagonista, viendo los sucesos acontecidos desde los propios ojos de una adolescente de 15 años.
Yo pienso que transmites infinidad de sentimientos con cada relato, sin importar que algunos de ellos, como éste, sean ya de hace más de cinco años, cuando tenías bastante menos experiencia que en la actualidad y por ello tiene mucho mérito.
Me ha gustado mucho esta historia. Me ha gustado desde el título. Al fin y al cabo la vida son situaciones más o menos difíciles de las que tenemos que aprender. Y depende de nosotros, de cómo nos adaptemos a ellas y cómo seamos capaces de asumirlas, que nos hagan seguir adelante.
ResponderEliminarComo ya sabes, hace poco volví a nacer y un gran amigo me dijo, Luis, la actitud es lo más importante. Disfrutar del momento. Felicidad.
Luis Martín Sacristán
No esta mal para ser el primero, aunque no seré tan condescendiente como Gonzalo, hay diferencia entre entonces y ahora, has crecido como escritora. No pares, sigue...creciendo en este juego de las palabras.
ResponderEliminarSiempre se agradecen tus comentarios, ender. Me alegro de que veas diferencia y, sinceramente, espero que esa diferencia siga creciendo, más incluso que yo misma.
ResponderEliminar